En nuestra Regla de Vida, podemos leer:
“Cristo está presente
cuando participamos en
encuentros fraternos
y profundizamos juntos
nuestra fe y nuestra
misión.
Nuestro apostolado se
ejerce, en primer lugar,
hacia nuestra comunidad,
a la que queremos
dinámica.” (RdV 27).
La comunidad
fraterna hace presente a Cristo; que se convierte en signo y sacramento de su Vida.
Somos comunidad cuando nos reunimos en su Nombre, con la certeza de que es Él
quien nos convoca y sostiene en la unidad. En nuestro interior podemos escuchar
el resonar de su voz que nos llama, como Buen Pastor, para formar la familia de
Dios.
Los encuentros
fraternos son un desafío permanente a salir de nosotros mimos e ir al encuentro
de los demás. Nos necesitamos. Estamos llamados a vivir con los otros, en
una actitud de entrega. Nuestro testimonio ayuda a caminar e impulsa el esfuerzo de autenticidad de los que están a nuestro lado.
una actitud de entrega. Nuestro testimonio ayuda a caminar e impulsa el esfuerzo de autenticidad de los que están a nuestro lado.
Nos reunimos en
Nombre de Cristo en: la capilla para la oración y la celebración de la
Eucaristía; en el comedor para compartir informalmente lo que sentimos y
convivir; en las reuniones comunitarias, donde meditamos la Palabra y
compartimos las vivencias espirituales; en la misión, buscando la
complementariedad, para llevar a Cristo a los niños y jóvenes; en las
dificultades y en las celebraciones, para profundizar los lazos de fraternidad
y ayudarnos mutuamente. Nuestra vida sólo se entiende junto con los hermanos.
El hecho de
compartir el mismo apostolado hace que: siempre tengamos necesidad de
profundizar la comunicación, que la comunidad esté orientada hacia el servicio
de los demás, que todo lo podamos convertir en momentos de alabanza y súplica.
Pero aún, cuando
por la edad u otras limitaciones, algunos no puedan estar al frente de las
responsabilidades directamente educativos, cada hermano es una gracia para su
comunidad y siente que su vida es un don para los otros. Entre todos, por la
búsqueda de la voluntad de Dios, hacemos presente a Cristo, que quiere que nos ayudemos
fraternalmente.
Es una prioridad la
preocupación por contribuir, con los carismas personales, al bien de la
comunidad. El primer apostolado es ayudar a los hermanos, como una madre se
entrega en la ayuda a cada uno de sus hijos.
En caso de que
necesites profundizar o de que te aclaremos alguno de estos aspectos, te
pedimos que nos lo hagas saber.
Que Dios te bendiga.
Hno. Leonel Cárdenas sc. Hno. Javier Lázaro sc.