“Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos” (Mt, 18,20).


Querido/a Corazonista:
En nuestra Regla de Vida, podemos leer:

“Cristo está presente
cuando participamos en encuentros fraternos
y profundizamos juntos
nuestra fe y nuestra misión.
Nuestro apostolado se ejerce, en primer lugar,
hacia nuestra comunidad,
a la que queremos dinámica.” (RdV 27).

La comunidad fraterna hace presente a Cristo; que se convierte en signo y sacramento de su Vida. Somos comunidad cuando nos reunimos en su Nombre, con la certeza de que es Él quien nos convoca y sostiene en la unidad. En nuestro interior podemos escuchar el resonar de su voz que nos llama, como Buen Pastor, para formar la familia de Dios.

Los encuentros fraternos son un desafío permanente a salir de nosotros mimos e ir al encuentro de los demás. Nos necesitamos. Estamos llamados a vivir con los otros, en
una actitud de entrega. Nuestro testimonio ayuda a caminar e impulsa el esfuerzo de autenticidad de los que están a nuestro lado.

Nos reunimos en Nombre de Cristo en: la capilla para la oración y la celebración de la Eucaristía; en el comedor para compartir informalmente lo que sentimos y convivir; en las reuniones comunitarias, donde meditamos la Palabra y compartimos las vivencias espirituales; en la misión, buscando la complementariedad, para llevar a Cristo a los niños y jóvenes; en las dificultades y en las celebraciones, para profundizar los lazos de fraternidad y ayudarnos mutuamente. Nuestra vida sólo se entiende junto con los hermanos.


El hecho de compartir el mismo apostolado hace que: siempre tengamos necesidad de profundizar la comunicación, que la comunidad esté orientada hacia el servicio de los demás, que todo lo podamos convertir en momentos de alabanza y súplica.

Pero aún, cuando por la edad u otras limitaciones, algunos no puedan estar al frente de las responsabilidades directamente educativos, cada hermano es una gracia para su comunidad y siente que su vida es un don para los otros. Entre todos, por la búsqueda de la voluntad de Dios, hacemos presente a Cristo, que quiere que nos ayudemos fraternalmente.

Es una prioridad la preocupación por contribuir, con los carismas personales, al bien de la comunidad. El primer apostolado es ayudar a los hermanos, como una madre se entrega en la ayuda a cada uno de sus hijos.

En caso de que necesites profundizar o de que te aclaremos alguno de estos aspectos, te pedimos que nos lo hagas saber.

Que Dios te bendiga.

            Hno. Leonel Cárdenas sc.                                                            Hno. Javier Lázaro sc.