“En la resurrección ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que todos serán como ángeles en el cielo” (Mt 22,30).

Querido/a Corazonista:
En nuestra Regla de Vida, podemos leer:

“La sinceridad de nuestro compromiso con Dios
exige el dominio del corazón
y de los sentidos.
Las dificultades y renuncias
inherentes a la vida de continencia perfecta
nos unen a la muerte de Cristo
y a su resurrección.” (RdV 71).

En la vida consagrada vivimos la castidad de un modo positivo. Es fruto de un llamado de Dios. Supone un enamoramiento del religioso y Jesús. La virginidad, como don de Dios, hace posible que pongamos todas las expectativas y deseos de realización humana en el encuentro íntimo y profundo con Dios.  Sólo Él puede llenar el anhelo de infinito que percibimos en el corazón. 

Todas las manifestaciones del amor humano, son un signo de la realidad a la que estamos llamados, que supone entrega y donación de nuestra vida entera a Dios. Aún en el matrimonio, en las expresiones del amor conyugal, también hay un “espacio” que está reservado a Dios, por el anhelo de infinito que ha puesto en lo más profundo del corazón.

La entrega absoluta para vivir del amor de Dios, nos conduce a renunciar en forma permanente a la tendencia o inclinación hacia lo fácil y que fascina nuestros sentidos, pero  que nos aparta del amor oblativo y de “agape”, propio del amor espiritual. Vivimos en un continuo discernimiento, para evitar el encandilamiento del placer y buscamos en todo la gloria de Dios, que nos da el gozo verdadero.

Renunciamos a una forma de amor humano bueno, para unirnos a Cristo que nos ama con un amor indiviso. Los consagrados vivimos el desposorio con el Corazón de Jesús, que arde de amor, para que vivamos su amistad en profunda intimidad.

El matrimonio, entre un varón y una mujer, y la vida Consagrada, son formas de compromiso que se sostienen y ayudan mutuamente. El matrimonio es un signo de entrega y pertenencia para los consagrados; la fidelidad y la experiencia del gozo profético de la vida religiosa son un llamado a los matrimonios para vivir su entrega desinteresada.

En caso de que necesites profundizar o de que te aclaremos alguno de estos aspectos, te pedimos que nos lo hagas saber.

Que Dios te bendiga.


            Hno. Leonel Cárdenas sc.                                                            Hno. Javier Lázaro sc.