Querido/a Corazonista:
En nuestra Regla de Vida, podemos leer:
“La sinceridad de nuestro
compromiso con Dios
exige el dominio del
corazón
y de los sentidos.
Las dificultades y
renuncias
inherentes a la vida de
continencia perfecta
nos unen a la muerte de
Cristo
y a su resurrección.” (RdV
71).
En la vida
consagrada vivimos la castidad de un modo positivo. Es fruto de un llamado de
Dios. Supone un enamoramiento del religioso y Jesús. La virginidad, como don de
Dios, hace posible que pongamos todas las expectativas y deseos de realización
humana en el encuentro íntimo y profundo con Dios. Sólo Él puede llenar el anhelo de infinito
que percibimos en el corazón.
Todas las manifestaciones
del amor humano, son un signo de la realidad a la que estamos llamados, que supone
entrega y donación de nuestra vida entera a Dios. Aún en el matrimonio, en las
expresiones del amor conyugal, también hay un “espacio” que está reservado a
Dios, por el anhelo de infinito que ha puesto en lo más profundo del corazón.
La entrega absoluta
para vivir del amor de Dios, nos conduce a renunciar en forma permanente a la
tendencia o inclinación hacia lo fácil y que fascina nuestros sentidos,
pero que nos aparta del amor oblativo y
de “agape”, propio del amor espiritual. Vivimos en un continuo discernimiento,
para evitar el encandilamiento del placer y buscamos en todo la gloria de Dios,
que nos da el gozo verdadero.
Renunciamos a una
forma de amor humano bueno, para unirnos a Cristo que nos ama con un amor
indiviso. Los consagrados vivimos el desposorio con el Corazón de Jesús, que
arde de amor, para que vivamos su amistad en profunda intimidad.
El matrimonio,
entre un varón y una mujer, y la vida Consagrada, son formas de compromiso que
se sostienen y ayudan mutuamente. El matrimonio es un signo de entrega y
pertenencia para los consagrados; la fidelidad y la experiencia del gozo
profético de la vida religiosa son un llamado a los matrimonios para vivir su
entrega desinteresada.
En caso de que
necesites profundizar o de que te aclaremos alguno de estos aspectos, te
pedimos que nos lo hagas saber.
Que Dios te bendiga.
Hno. Leonel Cárdenas sc. Hno. Javier Lázaro sc.