«Todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo » (1 Cor 12,13).

Querido/a Corazonista:
En nuestra Regla de Vida, podemos leer:

« Con el hermano animador nos esforzamos
por unir nuestras voluntades en Cristo.Obedecemos a sus decisiones,tomadas tras reflexiones
y consultas adecuadas» (RdV 102).


El hermano animador (llamado superior), que junto con Cristo preside la comunidad, vive en un estado permanente de oración, para adherir en forma permanente a la voluntad divina. Renuncia a sus criterios estrictamente racionales, para que guiado por la caridad, pueda acompañar a los hermanos hacia la unión con Cristo, que nos llena de esperanza, de acuerdo a la vocación recibida.



Educamos nuestra voluntad, para disponernos a la acción en consonancia con la misión encomendada. Vivimos en una renuncia continua, para ordenar nuestras pasiones y acoger los dones que Dios nos quiere dar. Nos hacemos  sensibles a las necesidades de los demás y superamos la falta de sentimientos o motivaciones interiores, para guiarnos por la fe y el sentido de la responsabilidad.

Estamos atentos a las mociones que el Espíritu nos va regalando en lo  más íntimo del corazón. Trabajamos la docilidad para responder con prontitud a lo que Dios nos quiere pedir; sus deseos, son manifestación clara de su voluntad y por tanto renunciamos con alegría a los gustos personales o proyectos.

Frente a las dificultades recordamos la entrega de Cristo hasta el extremo por nuestro amor; y hacemos nuestra su oración “Padre no se haga mi voluntad si no la tuya”. Sentimos cómo Él nos reconforta y nos regala su Paz.

Nos retiramos al silencio de la oración; nos encontramos con humildad con los hermanos para juntos reflexionar y asumir lo que Dios nos pide a cada momento. Renunciamos a nuestros puntos de vistas con sencillez cuando percibimos que el Espíritu nos quiere conducir por otros caminos. Guiados por la fe, caminamos confiados y en comunión con los otros.

En todo buscamos la verdad y por tanto renunciamos a los consensos que nos conducen a la tibieza o la mediocridad. Encontramos la alegría en el compromiso a largo plazo y el servicio desinteresado.  Las necesidades de los otros siempre son un llamado a nuestro corazón

En caso de que necesites profundizar o de que te aclaremos alguno de estos aspectos, te pedimos que nos lo hagas saber.

Que Dios te bendiga.

 Hno. Leonel Cárdenas sc. y Hno. Javier Lázaro sc.