«Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme» (2 Co 12,10).

Querido/a Corazonista:
En nuestra Regla de Vida, podemos leer:

« Puesto que Dios ha dado a la Iglesia
la gracia de nuestro instituto,quiere que irradie y se perpetúe en el mundo.En su gran amor, continúa depositando
en el corazón de algunoslos gérmenes de esta vocación particular» (RdV 174).


Los Hermanos del Sagrado Corazón estamos al servicio de la Iglesia en la misión de educar a los niños y los jóvenes de nuestra sociedad. Cooperamos  con las familias en el crecimiento integral de sus hijos. La Comunidad Corazonista necesita cada día más a jóvenes que se quieran comprometer como religiosos o como laicos en el campo apostólico.

La promoción de las vocaciones a la Vida Consagrada es urgente para poder acoger el deseo de los jóvenes que sienten el llamado de Dios, necesitan el acompañamiento y la formación necesaria para poder responder con autenticidad.

Los Hermanos necesitamos jóvenes que respondan al llamado de Dios y al deseo de su corazón de querer ser felices y así integrarse en la Comunidad. Hacemos visible al mundo la presencia de Cristo, por la vivencia de la fraternidad y la entrega desinteresada.

Las Comunidades Educativas requieren la presencia de jóvenes que busquen corresponder al don de Dios en sus vidas, para presentar  a los niños y jóvenes los valores transcendentes, caminando junto con los colaboradores laicos que ya trabajan en las instituciones.

Dios sigue llamando a los jóvenes a la vida consagrada en el Instituto de Hermanos del Sagrado Corazón, pero la respuesta precisa de un contexto, donde pueda ser entendida la vocación desde la perspectiva de la fe y como manifestación anticipada de los bienes del cielo.

La vocación de hermano está sostenida por siete elementos que hacen que nos realicemos y seamos plenamente felices: 1. Somos  llamados por Dios. 2. Vivimos la espiritualidad del Corazón de Jesús.  3. Por el voto de castidad consagramos a Dios nuestro corazón para realizar plenamente la sexualidad. 4. Vivimos la pobreza como opción que nos libera para el encuentro  personal con Cristo y disponibilidad en el servicio.  5. Realizamos el  voto de obediencia para vivir plenamente la libertad, acogiendo la voluntad divina.  6. Expresamos la fraternidad en la vida comunitaria. 7.  Realizamos la misión que Dios nos pide,  llevando la Buena Noticia a los niños y a los jóvenes.  

En caso de que necesites profundizar o de que te aclaremos alguno de estos aspectos, te pedimos que nos lo hagas saber; 
Que Dios te bendiga.
            Hno. Leonel Cárdenas sc. y Hno. Javier Lázaro sc.